La esencia del campeón

Vieron a Tim Duncan errar sus últimos 10 tiros. Casi pierden por completo una ventaja de 17 puntos en el último cuarto. Tuvieron problemas para lidiar con la marca de Jannero Pargo y ni siquiera acertaron el 40 por ciento de sus tiros de campo.

Tras escuchar todo eso, te habrás preguntado cómo hicieron los San Antonio Spurs para ganar el primer Juego 7 fuera de casa en la era de Duncan.

Y luego lo recuerdas: Claro, son los Spurs.

Se están poniendo viejos, verdad, pero lo cierto es que su avanzada edad los hace aún más testarudos. Demasiado testarudos como para darse cuenta de lo viejos que se están poniendo.

Es una teoría que tiene tanto sentido como cualquier otra para explicar lo sucedido el lunes por la noche, cuando San Antonio luchó contra cada irregularidad -- como siempre -- sin dejar de golpear a los Hornets con una devastadora combinación de defensas asfixiantes (y muy cambiantes), triples mortales repartidos entre varios tiros fallidos, y abundantes dosis de inteligencia que estuvimos esperando de parte de los campeones reinantes en al menos una de sus tres visitas previas al New Orleans Arena.

En otras palabras...

Los Spurs fueron los Spurs.

Finalmente.

Los desconsolados locales recién se encontraron ante el verdadero San Antonio en el último juego y el día No. 17 de su serie, pero los maestros de Alamo City finalmente aparecieron en el séptimo encuentro para apagar la vela de los Hornets y su anovelada temporada con un triunfo por 91-82 y avanzar a las finales de conferencia adonde los esperan sus viejos amigos Kobe Bryant, Derek Fisher y Phil Jackson.

Fue una clásica actuación sacada del manual de básquetbol feo de los Spurs. Fue la clase de dominio profesional que inevitablemente generará decepción entre aquellos que estaban entusiasmados con el irresistible Chris Paul y esperaban algo diferente: Como un duelo entre CP3 y Kobe por una plaza en las Finales de la NBA.

No es que los Spurs se sentirán ofendidos. Ya se han acostumbrado a la falta de apreciación de su marca registrada... y debemos señalar que incluso ellos se estaban encogiendo de hombros.

La vuelta de campana que dieron en el Juego 7 fue más emocionante para los Spurs de lo que demostraron -- dado lo poco productivos que habían sido en sus tres derrotas contundentes aquí y lo espantoso que jugaron en todos los terceros cuartos fuera de casa -- pero era difícil encontrar sonrisas entre los Spurs cuando todo terminó. Hubo pocos abrazos, choques de manos o incluso suspiros de alivio.

"No hemos hecho nada", explicó Robert Horry, alero de los Spurs. "¿Qué hicimos? No ganamos un campeonato".

Agregó Tony Parker: "Fue un gran triunfo, no me malinterpreten. Pero no creo que celebremos porque estamos en las finales de conferencia".

Tal vez no. Pero podrías discutir que la victoria -- esencialmente sellada por un enorme tiro en salto de Parker después de que Jannero Pargo fallara un triple desde la esquina que podría haber igualado el juego -- fue una de las más importantes en la historia de la franquicia.

Después de todo...

Los Spurs llegaron más lejos que nunca en sus intentos de hilar campeonatos. En cada uno de sus tres intentos de repetir, el equipo de Duncan no pasó de la segunda ronda.

El triunfo también selló el primer regreso de los Spurs de déficits de 2-0 y 3-2... y se convirtieron en apenas el 14° equipo en la historia de la liga, entre 213, en ganar un Juego 7 fuera de casa... colocándose en el Final Four de la NBA ante un equipo que presenta menos marcas desfavorables que los Hornets.

Supongo que algunos de ustedes querrán discutir ese punto sobre los Lakers, pero puedes dar a los Hornets por convencidos. De muchas maneras, se quedaron paralizados en el evento deportivo más importante de la ciudad desde el Huracán Katrina.

Los Spurs acertaron apenas 30 tiros, pero 12 de ellos fueron triples, lo que les brindó una ventaja decisiva de 36-12 en este aspecto, ya que New Orleans sólo consiguió acertar cuatro triples en respuesta.

Los tres días libres entre los partidos podrán haber ayudado al dolorido West (20 puntos, nueve rebotes) y a Tyson Chandler (13 puntos, 15 tablas), pero también cargaron de energía a los Spurs. Es así que los visitantes bajaron 51 rebotes; 13 ofensivos y cinco de ellos en apenas siete minutos por Kurt Thomas.

Los Hornets tuvieron problemas en todos lados. Recuperaron la primera ventaja de dos dígitos de San Antonio (36-25), pero los Spurs volvieron a sacar una diferencia de nueve antes del descanso gracias a una gran secuencia de Manu Ginóbili (26 puntos). Vieron a Duncan quedar relegado en el banco con su cuarta falta a cuatro minutos y 41 segundos de terminar el tercer cuarto, sólo para que San Antonio estirara su ventaja al máximo (71-54) mientras Duncan miraba indefenso. Se vinieron abajo cuando los Spurs empezaron a acertar todos sus tiros libres (19 de 21) y tuvieron dificultades para no quedarse atrás cuando Gregg Popovich --quien se lució cuando más importaba-- empezó a cambiar sus coberturas de pick-and-roll con más frecuencia que la mayoría de los entrenadores, cambiando los esquemas cada pocos minutos y luego marcando a Pargo con Bruce Bowen.

Hasta cuando New Orleans encontraba algo, como los 16 puntos de Pargo en el último cuarto, había una desventaja. Que Pargo tomara 13 de los 23 tiros de los Hornets en el último período significó que el balón pasó mucho tiempo fuera de las manos de Paul. Algo que a San Antonio no le importó mucho una noche en la que Duncan (16 puntos, 14 tablas) arrancó con cinco aciertos en siete intentos y terminó con 10 tiros frustrados.

Sin embargo, los Hornets siempre supieron que esto era una posibilidad. Fue hace unos pocos días, antes del Juego 6, que Byron Scott dijo que clasifica a los Spurs de Duncan, en la misma categoría que "nosotros, Boston y Chicago", haciendo referencia a los viejos Lakers de Scott, los Celtics de Larry Bird y los Bulls de Michael Jordan. Scott describió a San Antonio como "el equipo de la década" y reconoce abiertamente que los Spurs son "lo que tratamos de imitar".

Dijo Popovich, en respuesta a la conclusión de un reportero que la experiencia había prevalecido sobre la exuberancia en el momento decisivo: "No hay respuestas correctas para esa pregunta. Son excelentes preguntas, pero nunca nadie lo sabrá. Si New Orleans hubiera ganado esta noche, estarían diciendo que fue por su juventud, su agilidad, su fuego y todas esas cosas... y que nosotros éramos demasiado viejos. Pero como ganamos, entonces fue gracias a nuestra experiencia. ¿Quién sabe? Sólo jugamos un muy buen partido defensivo".

Simplemente jugaron como los Spurs, sobre todo Horry. Vilipendiado por su pantalla sobre West el jueves por la noche, Horry volvió a convertirse en Big Shot Rob, olvidando que había acertado apenas un triple en los primeros seis partidos de esta serie para acertar un par de tiros de tres y bajar un par de enfáticos rebotes en poco más de 14 sólidos minutos.

Podrá haber sido el tercer Juego 7 en la carrera de Duncan, y el primero fuera de casa, pero Horry ya suma una marca de 7-2 en esta instancia, y está en busca de su octavo anillo en 16 temporadas.

"Muchas veces la gente cree que porque este equipo no tiene superestrellas no habrá volcadas, la gente creo que somos viejos y no podemos jugar", dijo Horry.

¿Viejos?

Sí.

¿Demasiado testarudos como para perder la confianza después de tres contundentes derrotas en el mismo edificio?

Así es.

Los Spurs fueron tan imperturbables, incluso en los malos momentos, que este partido casi no se sintió como un Juego 7 para ellos.

"Para ser sincero, realmente no", dijo Parker. "Nos sentimos en control en todo momento".